Cuando realizamos rutinas de fuerza logramos generar muchos cambios positivos en nuestro cuerpo, siempre apoyándonos en aportar los requerimientos adecuados en un plan de nutrición según nuestra edad, sexo, peso y morfología. Al realizar ejercicios de fuerza rompemos mucha fibra muscular, la cual es reparada al momento de lograr un sueño profundo, al igual que consumiendo la cantidad de proteína que nos corresponda ingerir durante el día. Cada vez que reparamos fibra reconstruimos un tejido muscular más denso y ese proceso se repite indefinidamente mientras mantengamos una constancia tanto en nuestro plan de nutrición como en nuestro plan o rutina de ejercicios, mientras más fibra muscular ganamos logramos aportar mayor ganancia de células musculares en donde en cada una de ellas se encuentra la mitocondria que es la encargada de sintetizar los ácidos grasos logrando aumentar nuestra fábrica quemadora de grasa, por esa razón existe ese intercambio. Perdemos volumen que corresponde a grasa al igual que fluido y por el otro lado ganamos masa muscular.
Por esa razón el peso se mantiene o cae en muy poco gramos. El ejemplo es el mismo que observar, un kilo de plomo y un kilo de algodón pesan los mismos, pero su volumen es muy distinto.
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